Es lunes. Llega a mis manos un
ejemplar de la prestigiosa revista !Hola! con una noticia
cultural extraordinaria. Se ocupa de mi Institución preferida y da
cuenta de la imposición de la primera Medalla de Oro de la Real
Academia de Extremadura de las Letras y las Artes a su Majestad el
Rey Don Juan Carlos I de España.
Me sonrío ante la foto de
familia, tomada una mañana soleada de un quince de enero de 2003 en el
Palacio de la Zarzuela. Me parece que ha pasado un siglo, pero en
realidad ha sido una escasa cuarentena de vida regional, nacional e
internacional muy intensa.
Hoy martes se lo comento a un
amigo internauta y nos sonreímos telefónicamente. Me pide que se la mande por
correo electrónico y mientras la escaneo decido colgarla en mi diario
cibernético, que guardará la intimidad con el mismo cariño y
complacencia con que se lee una revista del corazón.
En la foto por orden de
antigüedad académica aparecen los Miembros Numerarios Manuel Terrón
Albarrán, Antonio Rubio Rojas, Juan de Ávalos, Francisco Pedraja,
Salvador Andrés Ordax, Pedro Rubio Merino, Jaime de Jaraíz, Miguel del
Barco, José Miguel Santiago Castelo, Antonio Viudas Camarasa, José
Miguel Mayoralgo y Lodo, José María Álvarez Martínez, Eduardo
Naranjo Martínez, Francisco Tejada Vizuete, Mariano Fernández-Daza,
Feliciano Correa Gamero y los Académicos Electos Antonio Montero Moreno
y Antonio Gallego Gallego. El orden de reportaje lo observa fielmente el
reportero de la revista.
La foto de mi interés va
precedida por una potada donde se anuncia el primer capítulo de
"Antonio Banderas cuenta su vida" y da noticia de los éxitos
de David Bisbal, uno de los triunfitos, por Latinoamérica. La Real
Academia de Extremadura en uno de sus artículos fundacionales también
tiene por misión investigar las relaciones de Extremadura y América.
Me acuerdo de un viejo
amigo, catedrático junto al Ebro, que en el 1987 comentaba
que los intelectuales no interesaban a las revistas del corazón y
que por tanto nuestra labor era callada, calladísima y nadie nos
hacía caso. ¿Será que han cambiado los tiempos? Pensar que
"algún que otro personaje" pueda ser visto por
más de un millón de ojos por su labor cultural es un gran
aliciente para un intelectual comprometido, que lo espera todo de
los lectores y observadores de las revistas del corazón. Mi viejo
amigo va para los ochenta años y tiene que ver muchos cambios en
el mundo cultural, porque hay una juventud que viene tirando
fuerte en este país.